lunes, 26 de abril de 2010

509


Había negrura y estrellas junto al par de bicicletas derroídas que rasgaban la tranquilidad del mundo desde un punto muerto perfumado de primavera y sal. El 509 pasaba detrás, interrumpiendo el silencio. Era el 509 que me había llevado hasta allí para aprender a soñar.

Soñar no es mi fuerte, y aún así mi presente está repleto de quimeras que me ayudan a construir un futuro. Son quimeras sencillas, inverosímiles tal vez, pero sinceras.

Inocencia infantil. Siamo stati propio due ragazzini che si godevano la vita. Quella notte in cui pioveva… te la ricordi? La pioggia si vede romantica nei film… e le cose, nei film, sono esagerate… però la pioggia è propio così anche nella realtà. Salinas vino a buscarme al día siguiente en forma de flores y papel. Era un poco como hablar con Giusseppe Tornatore. La intriga envuelta en curiosidad que se descubría con el viento siemprepresente en el lungo mare comenzó a entremezclarse con el aprender a sentir. A veces no nos lo permitimos, sentir, por miedo o cobardía.

Pero la vida tiene una forma particular de reírse de nosotros, e quel film ormai è finito. È finito ed io sorrido. Sorrido perché comunque rimane carino. Sorrido perché Toth scrive ancora.

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