lunes, 26 de abril de 2010

509


Había negrura y estrellas junto al par de bicicletas derroídas que rasgaban la tranquilidad del mundo desde un punto muerto perfumado de primavera y sal. El 509 pasaba detrás, interrumpiendo el silencio. Era el 509 que me había llevado hasta allí para aprender a soñar.

Soñar no es mi fuerte, y aún así mi presente está repleto de quimeras que me ayudan a construir un futuro. Son quimeras sencillas, inverosímiles tal vez, pero sinceras.

Inocencia infantil. Siamo stati propio due ragazzini che si godevano la vita. Quella notte in cui pioveva… te la ricordi? La pioggia si vede romantica nei film… e le cose, nei film, sono esagerate… però la pioggia è propio così anche nella realtà. Salinas vino a buscarme al día siguiente en forma de flores y papel. Era un poco como hablar con Giusseppe Tornatore. La intriga envuelta en curiosidad que se descubría con el viento siemprepresente en el lungo mare comenzó a entremezclarse con el aprender a sentir. A veces no nos lo permitimos, sentir, por miedo o cobardía.

Pero la vida tiene una forma particular de reírse de nosotros, e quel film ormai è finito. È finito ed io sorrido. Sorrido perché comunque rimane carino. Sorrido perché Toth scrive ancora.

viernes, 16 de abril de 2010

Cayó la roca de Gibraltar


¿A quién no le ha pasado que se siente atrapado, cansado de la rutina, queriendo hacer otra cosa pero sin saber exactamente qué?

Mucha gente le tiene miedo al cambio, pero ¡amigo! No hay nada qué hacer. A veces la inercia puede más que uno, pero hay fuerzas que simplemente no se pueden obviar.

Cuando se avecina y lo noto, me gusta. No es cuestión de que me aburra con la estabilidad -quizás un poco-, pero un poquito de sal y pimienta hace falta de vez en cuando. Cuando sabes que ha llegado la hora de condimentar y las circunstancias no te lo permiten, ¡es mentira que no te lo permiten! Siempre hay algo qué hacer. Además, alguien muy sabio me dijo una vez que el tiempo es la forma en que medimos el cambio... ¡y vaya que el tiempo no espera por nadie!

Pues me ha pasado otra vez. Otra vez he estado queriendo hacer otras cosas desde hace un buen tiempo, pero esta vez sé exactamente cuáles. Otra vez he estado pensando en libros qué leer, lugares a dónde ir, personas qué ver, música qué escuchar, acciones qué tomar... y místicamente, así como vino, el sentimiento de frustración se fue. Esta fue una de esas veces en que no previenes el portazo en la cara, y el garrotazo fue más fuerte de lo normal, ¡pero ahora estoy más que feliz!

Todo esto es para decirte, mi querido Toto, que en efecto ha caído la roca de Gibraltar, pero en su lugar se ha alzado la Estatua de la Libertad y la vista desde aquí no podría ser mejor.